Evaluación y diagnóstico

Utilizamos la evaluación y el diagnóstico como una herramienta para detectar las fortalezas y necesidades de cada caso. Esto nos permite hacer un perfil detallado del alumno en su conjunto (cognitivo, social, emocional, etc.) y establecer una intervención individual específica basada en esos resultados. La valoración nos permite construir una imagen global del niño dándonos una visión exhaustiva de cómo aprende, cómo piensa, cómo se relaciona, cómo se adapta a los distintos contextos, etc. De ello extraemos los puntos débiles que nos guiarán a la hora de establecer y  priorizar objetivos; y las fortalezas que nos ayudarán a alcanzarlos.

Se suele entender el diagnóstico como algo negativo que se limita e etiquetar a los niños. Desde nuestro punto de vista, la evaluación y el diagnóstico consiguen todo lo contrario. Cuando somos capaces de explicarle a un niño (y a su familia) cuál es el origen de sus dificultades, de qué manera lo condicionan y cómo influyen en su situación actual, logramos que establezca una atribución correcta a las mismas e implicarle en la intervención. El saber lo que nos pasa nos ayuda a tener un mayor autoconocimiento, un mayor autocontrol de la situación y a mejorar nuestra autoestima. Además de esto, la información que extraemos también le es útil a otros profesionales que trabajan con el niño: centro educativo, neuropediatra, otorrinolaringólogo, psiquiatra, etc.

En la evaluación analizamos las siguientes áreas dependiendo de la demanada:

  • Capacidad intelectual
  • Creatividad
  • Coordinación óculo-manual
  • Capacidad perceptiva y espacial
  • Capacidad de razonamiento
  • Memoria
  • Velocidad de Procesamiento
  • Atención
  • Funciones ejecutivas
  • Lenguaje
  • Habilidades de comunicación y relación
  • Lectura
  • Escritura
  • Matemáticas
  • Estado emocional
  • Conducta
  • Adaptación escolar, social y familiares

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